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¿Por qué se llama Rosh-Hashaná, y no “Shaná Jadashá” (“Año Nuevo”)?

¿Por qué decimos “Shaná Tová umetuká,” y no “Shaná Meushéret” (“Feliz Año”)?

Por el Rabino Tuvia Krawchik

Para desarrollar la primera pregunta, a lugar está el mencionar, que en la Torá no aparece el nombre “Rosh-Hashaná,” la Torá lo llama “Yom Teruá,” (el Día del Sonido del Shofar, o el Día del Sonido Sollozante).

El nombre de Rosh-Hashaná, así como el nombre de Yom-Hazikarón y Yom-Hadín, se lo dan los Jajamim, conforme a la esencia de esta fiesta:

Yom-Hadín, porque en Rosh-Hashaná es juzgado el mundo, así como cada persona; es por eso que el individuo debe hacer una reflexión a conciencia de lo que hace bien y lo que hace mal, lo que debe de interrumpir, y lo que debe de continuar. Idea que embona perfecto con el siguiente mensaje:

Rosh, en este contexto, significa principio.

Shaná, significa año, pero comparte consonantes con el término Shinúi, que significa cambio; en otras palabras, podemos aludir que el término Rosh-Hashaná, nos sugiere “El principio del cambio,” pues si hay dicha reflexión, y hay algo que debemos cambiar, qué mejor que Rosh-Hashaná.

Por otro lado, el término Shaná, comparte también consonantes con el término “Shinún,” que significa repetición, que es básicamente la antítesis de cambiar, pues la reflexión nos arroja cosas que debemos de cambiar, pero también ha de arrojar cosas que debemos de repetir; que son esas cosas que estamos haciendo bien; hay que repetirlas, no interrumpirlas y no cambiarlas, continuarlas.

Obviamente, para una reflexión legítima se requiere recordar lo que hemos hecho, y así como nosotros lo recordamos, lo recuerdan en el Cielo, de ahí otro nombre de Rosh-Hashaná que le dieron los Jajamim:

Yom Hazicarón, literalmente, el día del recuerdo; pues el juicio, así como nuestra reflexión, se hará en base a esos registros, a esos recuerdos.

Para todo esto se requiere usar la mente, la cabeza. Entre otras cosas, por eso es preferente el término Rosh, que alude no sólo al pensamiento y al principio, sino que Rosh también significa liderazgo, pues nosotros somos los jefes y líderes de nuestro destino, albedrío y comportamiento.

Supongo que todos estos mensajes podrían justificar por qué es mucho más profundo el término “Rosh-Hashaná,” que “Shaná Jadashá.”

Respecto a la segunda pregunta, porqué “Shaná Tová umetuká,” y no “Shaná Meushéret,” para empezar, la felicidad es una actitud, no algo circunstancial, de ahí que la Torá nos pide “te alegrarás,” lo que implica que es algo que depende de nosotros. Sé que es difícil de entenderlo, pero la felicidad no debe estar en las circunstancias, sino en nuestra actitud frente a la vida.

Muchas veces, las circunstancias no están en nuestras manos, es por eso que es mucho más relevante desear que las circunstancias sean buenas; pienso que por eso es más relevante desear “Shaná Tová,” pidiendo que la circunstancias sean las adecuadas, sean buenas.

Pero hay un gran detalle. Nosotros muchas veces no sabemos, o no identificamos lo bueno. Como el jarabe para la tos: Es sumamente amargo, pero bueno para la tos. Es por eso que pedimos algo que no sólo sea bueno, sino también dulce. Si bien, lo bueno muchas veces no lo sabemos identificar, lo dulce es algo que no hay confusión, básicamente lo dulce no se confunde. Por eso pedimos por un año bueno y dulce; que lo bueno nos llegue con claridad, y sepamos que nos está haciendo bien, y nos sea agradable como la miel.

Shaná Tová Umetuká

Publicado en Jerusalem Post

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