17:39
18:32

Arvit: 19:15

Shajarit: 9:00

Minja: 18:15

Recordamos y no olvidamos

Por Jack Merino

Es difícil no escribir con las emociones a flor de piel tras conocer del trágico asesinato de Shiri, Ariel y Kfir Bibas, así como de Oded Lifshitz, a manos del grupo terrorista Hamas, cuyos restos han sido ya entregados a Israel como parte de un “acuerdo de cese al fuego”. Y como si no fuera ya una tremenda tragedia nacional (¿acaso no humana?), Hamas organizó un desfile de sus cuerpos entre militantes armados, población civil (incluyendo niños), música de victoria y dulces festivos, previo a entregarlos al personal de la Cruz Roja Internacional. (No comparto videos por respeto a su dignidad y a sus familias)

¿Por qué resulta tan difícil aceptar que los israelíes (judíos principalmente pero también todas aquellas personas pertenecientes a minorías religiosas y étnicas que son ciudadanos del Estado Judío) también pueden ser víctimas en este conflicto? ¿Cómo pasamos del breve desconcierto (y en algunos casos rechazo) del malévolo actuar de Hamas a su apoyo directo o indirecto en su lucha contra Israel? ¿Por qué una parte importante del mundo se compadece de las víctimas inocentes palestinas (con debida razón) pero, en el mejor de los casos, es indiferente y, en el peor, abiertamente justifica el sufrimiento de las víctimas israelíes? ¿Acaso es porque los israelíes son los “poderosos” en el conflicto y la balanza armamentística está a su favor? Pero, ¿qué tan poderosos pueden ser una mamá y sus pequeños de 9 meses y 4 años, o un hombre anciano de 83 años, en las manos de terroristas inhumanos armados de pies a cabeza? O, ¿será acaso porque se trata de “sionistas racistas y colonialistas” que representan lo peor de la humanidad? Pero, ¿qué mal pueden hacer los pequeños Ariel y Kfir con sus sonrisas inocentes? Y, ¿no es el sionista Oded Lifshitz, que dedicó buena parte de su vida a abogar por los derechos de los palestinos y por la paz entre judíos y árabes, un ejemplo de bondad y rectitud para el mundo? Lo cierto es que no hay mundo donde se justifique la barbarie, sin importar el origen nacional, étnico o religioso de sus víctimas.

Seamos lo suficientemente valientes y tengamos la claridad moral (en un mundo que parece cerrar sus ojos frente al mal radical y le da su compasión al despiadado) para indignarnos y rechazar el actuar de Hamas. Para decir con todas sus letras que Hamas hace el mal y no hay justificación para su actuar. Para hacer responsable y exigir que rindan cuentas quienes la comunidad internacional ha otorgado una hoja en blanco para hacer lo quieran sin limitación alguna (bajo el argumento de “¿la resistencia?” “¿La lucha armada por la libertad”?) porque ¿el fin justifica los medios aunque se pise la dignidad humana con ello?

Ha quedado claro que la maldad de Hamas no es capaz de distinguir entre militares y civiles (y no le importa). No distingue entre filiaciones políticas o niveles de observancia religiosa. No distingue entre géneros y edades. Ni siquiera distingue si en lo individual la persona de que se trata ha apoyado la causa palestina o si ha beneficiado a los residentes de Gaza. En su lógica todo lo que huele a Israel debe ser eliminado (aún cuando ello signifique sacrificar las vidas de su pueblo al que pretenden liberar - a cualquier costo). ¿No hay detrás de ello, paradójicamente, una intención genocida?

Escribía la Dra. Einat Wilf en los primeros meses de la guerra:

“En un mundo mejor, el 8 de octubre de 2023, el Secretario General de la ONU, el Director de la Cruz Roja Internacional y otras luminarias del mundo, se hubieran parado en la frontera egipcia con Gaza exigiendo la liberación completa, inmediata e incondicional de todos los secuestrados insistiendo que Israel no le debe absolutamente nada a Hamas para que libere a niños, madres, ancianos y civiles porque no hay un mundo donde tales actos estén bien. Israel es forzado a negociar con los malévolos líderes de Hamas por nuestros niños únicamente porque muchas personas en posiciones oficiales y no oficiales de poder fallaron en hacer su trabajo y normalizaron la idea de que secuestrar niños de sus camas y retenerlos como moneda de cambio es de alguna manera un acto legítimo que lleva hacia la negociación en lugar de la estricta condena y el ostracismo global.”

Ya les fallamos una vez a Shiri, Ariel, Kfir, Oded y a cientos más de víctimas, no volvamos a hacerlo. Ya miramos hacia otro lado cuando se asesinó a sangre fría, se torturó y y se llevaron actos de violencia sexual en contra de Israelíes. No sucumbamos frente al mal. Combatámoslo. No guardemos silencio ante el incremento del antisemitismo que ha provocado que los judíos (especialmente pero no exclusivamente los que apoyan a Israel y a su gente) se sientan con miedo en todas partes.

Hay batallas políticas, militares, económicas y también morales. En la batalla moral no seamos indiferentes al mal sin importar de donde venga. El mal triunfa cuando las personas buenas guardan silencio. Cuando dejamos que el mal opaque todo el bien que podemos y debemos hacer. Está en nuestras manos hacer la diferencia. Está en nuestro poder que triunfe el bien y que no encuentre más eco el mal por acción u omisión.

Sea su memoria, queridos Shiri, Ariel, Kfir y Oded, una bendición para el mundo y un recuerdo perpetuo que nos guíe para luchar por la vida y por el bien. La justicia tarde que temprano llegará para los responsables de su trágica partida.

Recordamos y no olvidamos.

Kehila Ashkenazi, A.C. Todos los derechos reservados.
Powered by Wolfate
linkedin facebook pinterest youtube rss twitter instagram facebook-blank rss-blank linkedin-blank pinterest youtube twitter instagram