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100 Años de Historia, Tradición y Comunidad
La Comunidad Judía de Monterrey tiene el honor de invitar a la celebración de su Centenario.
Un siglo de unión, fe y legado.
Recuerdos, cultura y gratitud, en la que celebraremos nuestra historia y miraremos hacia el futuro con esperanza.
En el corazón de Monterrey, nació la esperanza. Era el 25 de diciembre de 1925 cuando, entre las calles de Isaac Garza y Arramberri, se encendía no solo la quinta vela de la festividad, sino también la luz que guiaría a la comunidad judía de la ciudad: el Club Social Hatikva.
El Club Hatikva se convirtió en el centro de la vida social, cultural y religiosa de la comunidad judía de Monterrey, desempeñando un papel fundamental en la preservación y promoción de sus tradiciones y valores.
"Hatikva" significa esperanza en hebreo, y eso fue exactamente lo que representó para las aproximadamente treinta almas jóvenes y seis familias que, lejos de su tierra natal, buscaban en Monterrey un nuevo comienzo sin renunciar a sus raíces.
El Club Hatikva surgió con un propósito noble: centralizar la vida judía en la ciudad y brindar un espacio donde la cultura, la fe y la tradición pudieran florecer. No era solo un edificio; era un refugio, un hogar para quienes anhelaban mantener viva la esencia de su herencia mientras tejían nuevas historias en suelo mexicano.
Las actividades que se llevaban a cabo en sus primeros años hablaban de esa necesidad de pertenencia y crecimiento: clases de español para los recién llegados, encuentros culturales, tardes recreativas, servicios religiosos y programas educativos que sembraban en las mentes jóvenes las semillas de su identidad.
Fue precisamente esa vocación educativa la que, en 1934, dio vida al Colegio Hatikva, una institución que con el paso del tiempo evolucionaría hasta convertirse en el Nuevo Colegio Israelita de Monterrey. Cada aula, cada lección, cada palabra pronunciada en esos salones reflejaba el anhelo de preservar las tradiciones milenarias y adaptarlas a un contexto moderno, garantizando que las nuevas generaciones caminaran con la mirada puesta tanto en el pasado como en el futuro.
El Club Hatikva no solo fue el epicentro social y cultural de la comunidad judía de Monterrey; fue, un símbolo de resistencia, de amor por las raíces y de la incansable búsqueda de un hogar en medio de la lejanía. En cada celebración, en cada oración compartida, en cada historia contada entre sus muros, late la memoria de aquellos pioneros que, encendiendo una vela en la oscuridad, iluminaron el camino para todos los que vendrían después.
Hoy, al recordar sus inicios y contemplar su legado, el Club Hatikva sigue siendo fiel a su nombre: una esperanza encendida que, generación tras generación, nunca deja de brillar.