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100 años de la Comunidad Judía de Monterrey

“El Club estaba en crisis. La Directiva hacía tiempo que había dejado de trabajar, y la responsabilidad de mantener el local abierto recaía sobre los hombros del simpático señor Jaim Lockhart. Gracias a él, el buffet seguía sirviendo comida, lo que le permitía pagar la renta y sostener el funcionamiento del club. Así logró mantenerlo a flote durante casi un año. Sin embargo, el destino tenía preparada una nueva dificultad: el dueño del edificio pidió desocupar el local, pues lo había rentado a otra institución.

No había nadie que se ofreciera a buscar otro sitio.

Era agosto de 1927 cuando empezamos a buscar un nuevo lugar para el club, pero antes de lograrlo, este cerró. Parte de los libros y muebles fueron trasladados a un cuarto en el cual vivía un inmigrante.

La noticia llenó de nostalgia a los jóvenes que lamentaban la pérdida de ese espacio que tanto significaba para ellos.

Fue en ese tiempo cuando llegó a Monterrey un hombre peculiar: el señor Rev Shmuel Shojet, un judío ortodoxo. En su antiguo hogar había sido melamed, maestro de la Torá, y traía consigo una carta del rabino de su pueblo que lo autorizaba a realizar el ritual de la shejitá, la matanza ritual de aves. Para entonces, algunas familias judías con niños pequeños ya se habían asentado en Monterrey, y poco a poco comenzaron a llevarle pollos para que realizara el sacrificio de acuerdo con la ley judía. Así, la comunidad empezó a instaurar el kashrut en sus hogares.

No fue el único viajero que llegó a la ciudad en busca de un nuevo comienzo. Un judío errante, de nombre Schein, arribó después de haber recorrido casi todos los países de América Latina. Entre sus pertenencias traía un pequeño Sefer Torá y la esperanza de encontrar un lugar donde reunirse a rezar. Buscó entre los miembros de la comunidad a alguien que le prestara su casa para realizar minyán los sábados. Al principio, lograron reunirse los viernes para recibir el Shabat, y con el tiempo, se organizó un minyán regular para cada sábado.

Poco después, los rezos también se establecieron para las festividades de Yamim Noraim. Finalmente, la casa de Schein se convirtió en el punto de encuentro para la comunidad, un refugio espiritual donde se preservaban la fe y las tradiciones.

En el año de 1928, el señor Benjamín Ostrovsky compró con su dinero un Sefer Torá y lo llevó a la casa del rabino Jacob Fosdick. Con este acto, el judaísmo ortodoxo en Monterrey se fortaleció aún más. Ahora contaban con un mohel, un minyán cada sábado y en los días especiales de la semana, y además con un Sefer Torá que permanecería en Monterrey para siempre.

Así se reforzó en Monterrey el judaísmo, ya había un mohel, un minyan el sábado y cuando uno de los miembros de la comunidad tenía YorTzait.

Aquel tiempo fue difícil, pero también estuvo lleno de esperanza. Aunque el club cerró sus puertas, la comunidad encontró otras formas de mantenerse unida. No importaban los obstáculos, seguían buscando un lugar donde reunirse, la identidad y la fe seguirían vivas.”

 

100 Años de Historia y Tradición

La Comunidad Judía de Monterrey invita cordialmente a conmemorar un siglo de presencia, legado y unión.

A todos aquellos que han formado parte de nuestra comunidad, que han vivido en Monterrey y que, de una u otra manera, siguen siendo parte de esta historia, les pedimos que nos ayuden a enriquecer este festejo.

Comparte con nosotros recuerdos, fotos, anécdotas y todo lo que tengas, para seguir construyendo nuestra memoria.

 

 

 

Kehila Ashkenazi, A.C. Todos los derechos reservados.
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