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El pueblo de Israel no perdonará

Por Mónica Stempler

Resulta increíble que la gente pueda sin ningún sentido equiparar que han muerto tanto niños de Gaza como del lado israelí.

La masacre del 7 de octubre de 2023 a manos de los terroristas de Hamás no tiene ningún parangón, más que con enfrentarnos a los actos más ruines que puedan existir en una persona que asesina con sus propias manos a niños inocentes, a sus madres, padres, abuelos.

Este pasado jueves, Hamas demostró al mundo su verdadera cara, su perversidad y odio, así como el peligro que para el mundo su existencia y el reconocimiento a su causa absurda.

Es entonces primordial manifestar a todos acerca de la intención de la matanza, y esto el fundamental porque marca una diferencia abismal entre los asesinatos producto del terrorismo a diferencia de lo que resultan los muertos por un acto de defensa legítima. Por supuesto que hay fallecidos de ambas partes, sin embargo, el único objetivo que conlleva al ejército israelí es la recuperación de sus civiles y el debilitamiento de los inhumanos terroristas quienes no valoran ni la vida de su propio pueblo porque son utilizados para sus estrategias bélicas y como escudos vivientes, siendo los que sobreviven, la semilla del futuro a través del dogmatismo para la continuidad del odio.

La humanidad ha buscado desde tiempos inmemoriales establecer valores universales que sirvan como cimientos para la convivencia, la justicia y el respeto mutuo. Sin embargo, la diversidad religiosa y cultural ha generado interpretaciones divergentes sobre estos principios, alterando la manera en que distintas sociedades entienden el valor de la vida, el deber ser y el respeto por la existencia de diferentes formas de pensamiento. Por eso nos cuesta tanto entender por qué resulta imposible el diálogo común con quienes conforman a Hamas o Hezbolá, ya que corresponde a significados muy distintos de entendimiento y concepción.

Se habla de valores universales como la vida, la libertad, la justicia, la dignidad y el respeto por los demás. Sin embargo, la interpretación y aplicación de estos principios no es homogénea. Lo que en una cultura puede considerarse un derecho inalienable, en otra puede verse como una amenaza al orden social, político o religioso.

La vida es quizás el valor que más variaciones sufre según la perspectiva cultural y religiosa. En sociedades influenciadas por el pensamiento judeocristiano, la vida humana se considera sagrada desde su concepción hasta su muerte natural. Sin embargo, en otras culturas, la vida puede ser percibida como parte de un ciclo en el que el sacrificio por una causa mayor que justifica la pérdida de individuos.

El conflicto entre visiones occidentales y ciertas ideologías extremistas refleja esta diferencia. Mientras que algunos ven la muerte de civiles como una tragedia inaceptable,

otros justifican el martirio y la muerte en nombre de la fe o la causa nacionalista. Este choque de concepciones ha generado conflictos en los que cada parte percibe a la otra como moralmente equivocada.

La diversidad de creencias ha traído consigo no solo una riqueza cultural, sino también tensiones en torno a la aceptación del “otro”. En algunos contextos, el respeto a la diversidad es un principio básico, mientras que en otros, la diferencia es vista como una amenaza.

El antisemitismo o la persecución de minorías religiosas son ejemplos de cómo la intolerancia se arraiga en sociedades que no logran integrar la idea de la coexistencia pacífica.

Uno de los mayores problemas en la aplicación de los valores universales es su uso como herramienta política. A lo largo de la historia, se han justificado guerras, intervenciones y discriminaciones en nombre de la libertad, la paz o la justicia, cuando en realidad se perseguían intereses económicos o de poder.

Hoy en día, los conflictos en Medio Oriente, el terrorismo y la reacción de los estados han puesto en evidencia cómo la defensa de los derechos humanos puede ser utilizada de manera selectiva, dependiendo de quién sea la víctima y quién el agresor. Es verdaderamente incomprensible, la actitud del mundo hacia las acciones de Israel para luchar en contra del terrorismo mundial, hasta que llega Trump a poner cierto orden.

Sabemos que razonar con gente invadida por el odio es una batalla pérdida, con gente que se burla y entrega un cuerpo anónimo tratando de engañar aún con eso nos impide ver una realidad objetiva porque el juego emocional es desgastante y traumático.

Hemos sido testigos de la barbarie, nos cansa incluso pensar y determinar las razones de los hechos.

La muerte de gente inocente ha sido un golpe rudo a toda la humanidad, el pueblo de Israel no perdonará y con justa razón.

Kehila Ashkenazi, A.C. Todos los derechos reservados.
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