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En el Día Internacional de la Lengua materna, nos debemos al Yidish y Hebreo

La idea de celebrar el Día Internacional de la Lengua Materna fue una iniciativa de Bangladesh. Fue aprobado en la Conferencia General de la UNESCO de 1999 y se ha observado en todo el mundo desde el año 2000. La UNESCO cree en la importancia de la diversidad cultural y lingüística para las sociedades sostenibles. En el marco de su mandato en pro de la paz, trabaja para preservar las diferencias de culturas e idiomas que fomentan la tolerancia y el respeto de los demás.

Las sociedades multilingües y multiculturales existen a través de sus lenguas, que transmiten y preservan los conocimientos y las culturas tradicionales de manera sostenible.

La diversidad lingüística se encuentra cada vez más amenazada.

Cada dos semanas, como promedio, una lengua desaparece, llevándose con su desaparición todo un patrimonio cultural e intelectual. El 40% de la población mundial no tiene acceso a una educación en una lengua que hable o entienda. No obstante, gracias a la comprensión de la importancia que tienen las lenguas maternas, se han alcanzado logros en materia de educación plurilingüe, en particular desde los primeros estudios y el compromiso cada vez mayor de que evolucionen en la esfera pública.

El hebreo tiene casi treinta siglos de historia escrita, a lo largo de los cuales obviamente se han dado diversos procesos de cambio lingüístico, por lo que se puede considerar que el hebreo antiguo y el hebreo moderno, más que una única lengua, son más bien dos lenguas emparentadas. Sobre todo si se tiene en cuenta que durante muchos siglos el uso del hebreo antiguo quedó limitado a la literatura, a la liturgia y a la academia, por lo que no tuvo la evolución continua y constante que suelen tener las lenguas con su uso a lo largo del tiempo.

Se suele considerar que el período del hebreo antiguo se extiende del siglo X a. C. hasta el siglo IV d. C, durante los que se distinguen 4 etapas, ya que obviamente sufrió cambios a lo largo de esos catorce siglos:

1. hebreo bíblico arcaico, siglo X a. C. al siglo VI a. C. (del período monárquico hasta el exilio en Babilonia);

2. hebreo bíblico tardío, siglo V a. C. al siglo III a. C. (época de la dominación persa);

3. hebreo de los Rollos del Mar Muerto, siglos III a. C. al siglo I d. C. (período helenístico y romano anterior a la destrucción del templo de Jerusalén);

4. hebreo de la Mishná, siglo I d. C. al siglo III o IV d. C. (período helenístico y romano posterior a la destrucción del templo de Jerusalén);

Con el advenimiento del período Bizantino (siglo IV d. C.), el idioma hebreo desaparece como lengua de uso común, luego de un período de decadencia que se había iniciado con la última de

las guerras judeo-romanas (la rebelión de Bar Kojba) y su posterior exilio de la población judía y prohibición de la religión. Su lugar lo ocupa el arameo, que ya coexistía con el hebreo.

Durante la diáspora judía las lenguas principales del pueblo judío, además de las de las sociedades en las que vivían, fueron el yiddish en el caso de los judíos ashkenazíes (provenientes de Europa Central y del Este) y el ladino en el caso de los sefardíes (provenientes de la Península Ibérica), mientras que el hebreo pasó a desarrollarse principalmente como lengua litúrgica, literaria y académica, viéndose una cierta evolución por la necesaria incorporación de nuevos términos, pero sin volver a ser una lengua hablada hasta fines del siglo XIX y la Primera Aliyá (vuelta del pueblo judío a la Palestina otomana). Un rol central en este resurgimiento lo cumplió Eliezer Ben-Yehuda, quien inmigró en 1881 y comenzó a dedicarse a convertir la lengua literaria y litúrgica en una vernácula, construyendo escuelas y escribiendo libros de texto con este fin. Con la Segunda Aliyá (1904-1914) este proceso se fortaleció gracias al involucramiento en esta causa de un número cada vez mayor de inmigrantes. Si bien al comienzo este proceso tuvo sus opositores, pronto se reconoció la necesidad de un idioma único para la gran cantidad de inmigrantes que provenían de distintos países y por tanto hablaban distintos idiomas. En 1922, el Mandato Británico de Palestina reconoció al hebreo como uno de sus tres idiomas oficiales (inglés, árabe y hebreo), lo que contribuyó fuertemente a su difusión y resurgimiento como lengua moderna construida con un vocabulario y una escritura semíticos. Para esta época, el hebreo moderno ya era el idioma común de la mayoría de la población judía en Israel. Luego de la creación del Estado de Israel (1948) se creó la Academia del Idioma Hebreo, y hoy en día el hebreo moderno es hablado por el 95% de la población de Israel (junto al árabe es una de las dos lenguas oficiales del país) y por varias comunidades judías en el mundo, con lo que se puede decir que con el hebreo moderno, el hebreo, que había sido considerado una lengua exclusiva de los rezos durante siglos, ha recuperado su lugar entre las lenguas nacionales.

La lengua yiddish es una de las derivaciones que la lengua judaica ha tenido, aunque en términos cuantitativos fue la más importante. El origen del yiddish hay que trazarlo hasta la época medieval germana, cuando los desplazados judíos adoptaron la lengua alemana (alto alemán medio, especialmente los dialectos meridionales) adaptándola y mezclándola con elementos de hebreo y arameo para uso religioso. A esos judíos se les denomina askenazis y consisten de los habitantes de las regiones centrales y orientales de Europa para diferenciarlos de los sefarditas, originarios de España y de las partes meridionales de Europa. Los judíos europeos orientales desarrollaron un yiddish más lejano del alto alemán que los judíos moradores en tierras alemanas, debido a la influencia báltica, lo que derivó en la existencia de dos dialectos yiddish: el occidental y el oriental. El yiddish es el resultado de una complicada unión lingüística de tres componentes: el germánico (el dominante desde un punto de vista cuantitativo), derivado de las variedades urbanas medievales del alto alemán medio; el semita, derivado del hebreo y del arameo pos-clásicos, y, ya dentro de los dialectos modernos, el eslavo (del polaco, ucraniano, bielorruso y ruso). Aparte del vocabulario, estos tres componentes han contribuido en mayor o menor medida a la fonología, morfología, sintaxis y semántica de la lengua; la fusión entre ellos ha sido muy fecunda. Esta nueva civilización judía recibió el nombre de Ashkenaz, un término que en un principio significaba "Alemania", pero que pasó a utilizarse para aludir a todas las tierras colindantes a las ocupadas por los ashkenazís y,, finalmente, a toda su cultura per se. Muy pronto, Askenaz se escindió de los decadentes núcleos de autoridad rabínica en Cercano Oriente y evolucionó de modo autónomo. El edicto contra la poligamia, dictado por Rabeynu Gershom (aprox. 960-1028) a fines del milenio, constituyó su simbólica declaración de independencia. De las tres lenguas semíticas instaladas en el centro de Europa la única lengua vernácula era el yiddish. Aunque las tres lenguas (hebreo, arameo y yiddish) se utilizaban por escrito, el yiddish se empleó en un principio para obras laicas y correspondencia privada, mientras que para la correspondencia comunitaria, los comentarios bíblicos y toda una serie de géneros se prefería el hebreo; el arameo, por su parte, se utilizaba para los dos géneros "más cultos": los tratados legales (especialmente comentarios sobre el Talmud y sobre otros comentarios ya existentes) y la Cábala (misticismo judío). A lo largo de su historia, los hablantes de yiddish han retenido altos niveles de bilingüismo, usando el alfabeto arameo para la escritura aunque con normas propias ortográficas. Se pueden distinguir tres períodos en la lengua yiddish: · Yiddish primitivo (hasta el 1250) y evidenciado por glosas marginales. · Antiguo Yiddish (c. 1250-1500). Desde el siglo XII al XVI los askenazis se esparcieron por los territorios eslavos (la actual Polonia, Ucrania, Bielorrusia, Rusia y Lituania) y su lengua adoptó elementos eslavos. · Yiddish Medio (c. 1500-c. 1700), periodo en el que el centro de gravedad se mueve hacia el este. · Yiddish Moderno (desde c. 1700). Desde el siglo XVII en adelante, su lengua difería los suficiente de la de los judíos que se habían quedado en las regiones germano hablantes, lo que justificó la división entre yiddish oriental y yiddish occidental. Esta última variante comenzó a declinar hacia finales del siglo XVIII y despareció casi completamente durante el siglo XIX. Por el contrario en el este y durante el siglo XIX la lengua vio un resurgimiento, pues los artistas, socialistas y propagandistas religiosos, en lugar de usar el hebreo, alemán o eslavo, usaban la lengua hablada por el pueblo judío: el yiddish. En 1908 en una conferencia celebrada en Czernowitz (en la actual Ucrania) el yiddish fue aceptado como 'lengua nacional de pueblo judío'. El yiddish continuó floreciendo en la literatura, el teatro y la prensa, siendo la lengua de la educación, con Varsovia y Vilnius como centros intelectuales, desarrollándose una lengua normativa a partir de los dialectos yiddish polaco y lituano. Sin embargo el Holocausto de seis millones de judíos en la Segunda Guerra Mundial provocó la dispersión de los supervivientes y la asimilación del ruso en la antigua Unión Soviética, del inglés en Norteamérica y del hebreo en Israel. Hubo un intento de construir un hogar judío dentro de la URSS, en una especie de Comunidad Autónoma situada en el extremo oriental de Siberia, pero el experimento no tuvo éxito.

Datos

Actualmente se calcula que hablan yiddish entre 1 y 3 millones de judíos, la mitad de los cuales residen en USA. Especialmente es mantenido en comunidades ortodoxas, donde se usa entre los miembros de la misma como lengua del grupo, el hebreo se reserva para la religión y la lengua co-territorial para el contacto con los de fuera. En 1995 el Consejo de Europa aprobó una resolución por la que se garantizaba apoyo a la lengua y cultura yiddish. El yiddish continúa siendo cultivado como lengua vernáculo natural entre muchos grupos de judíos hasidi (chasidim) "ultra-ortodoxos", encargados de conservar el ashkenazícomo una civilización en toda su integridad. La fuerte resistencia a la asimilación y los altos porcentajes de natalidad han llevado a los demógrafos a predecir que, en un plazo de cien años, habrá un millón de jasidím de habla yiddish. En la actualidad, cuentan con sustanciosas comunidades en Amberes, Londres y vínculos muy estrechos con los centros más importantes de Estados Unidos e Israel. En Europa oriental se habla en algunos lugares de Bielorrusia y Ucrania, también hay pequeñas comunidades en Alsacia, Holanda y Suiza, así como en la provincia autónoma judía, con capital en Birobijan, en Siberia oriental, en la Federación Rusa. En 1989 se contabilizaron en la Unión Soviética 150.000 hablantes, pero el número actual puede ser mucho menor. En términos generales está amenazada.

La Sra. Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, con motivo del Día Internacional de la Lengua Materna el 21 de febrero de 2023, transmitió el siguiente mensaje: “A pesar de que la educación basada en la lengua materna es esencial para contribuir al pleno desarrollo del individuo y transmitir el patrimonio lingüístico, el 40 % de los alumnos del mundo no tienen acceso a la educación en la lengua que mejor hablan o entienden. Esa situación constituye un serio obstáculo para el aprendizaje, la expresión cultural y la construcción de vínculos sociales, y debilita profundamente el patrimonio lingüístico de la humanidad. Por tanto, es fundamental que este factor lingüístico se tenga en cuenta en la necesaria transformación de la educación, que la UNESCO ha venido apoyando a lo largo de 2022 y que culminó con la Cumbre sobre la Transformación de la Educación, convocada por el Secretario General de las Naciones Unidas, el Sr. Antonio Guterres, el pasado mes de septiembre.Para ello se requiere, en primer lugar, una mejor recopilación de datos, lo que permitirá llevar a cabo acciones específicas y adaptadas. Pero lo más importante es lograr una toma de conciencia más general del valor, tan insustituible como frágil, de la diversidad lingüística y cultural del mundo.Cada una de las más de 7 000 lenguas que habla la humanidad encierra una concepción única del mundo, de las cosas y de los seres, una forma de pensar y de sentir, hasta el punto de que cada desaparición de una lengua constituye una pérdida irreparable. En este contexto, el Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas (2022-2032), cuyo organismo coordinador es la UNESCO, brinda una importante oportunidad para que la comunidad internacional se movilice con el fin de salvaguardar una parte considerable de la diversidad cultural del mundo.Ese es también el objetivo de este Día Internacional: celebrar estas formas de expresar el mundo en su multiplicidad, comprometerse con la preservación de la diversidad de las lenguas como patrimonio común y obrar por una educación de calidad –en la lengua materna– para todos”.

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