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Arvit: 19:15

Shajarit: 9:00

Minja: 18:15

¡Hermanos judíos, ya es Janucá!

¡Hermanos judíos, es Janucá! No debemos dejar de lado el encendido de la luz de Janucá. ¡Encenderemos la sagrada luz de Janucá acá mismo!".

"¡Adelante, adelante! Enciende tus luces. Aceite puro de oliva, y mechas ritualmente aceptables"

"Aquellos fuegos allí afuera, son nuestros, son para nosotros”.

"¡A pesar de todo, es Janucá, hermanos judíos!", habló nuevamente el viejo Rabí, levantando su voz. "¿Quién precisa aceite y mechas? ¡Cada judío es una vela, tal como está escrito: 'El alma del hombre es el candel de Di-s'. En el alma de cada judío hay una tinaja de aceite sellado con la Palabra Divina y reservada para un momento de necesidad. Cuando llega el momento la tinaja se abre, estremecida por el Mandato Divino, y la atesorada luz se enciende en cada corazón judío; y la llama, la Llama Divina, ¡comienza a elevarse!". (Extraído del libro Cuentos de distintas épocas (C) Edit. Kehot Lubavitch Sudamericana).

Este texto parece atemporal porque se pude situar en varios contextos de la historia del pueblo judío, y aunque se refiere a uno de los más dolorosos hechos como lo fue la Shoá, demuestra en su esencia que, a pesar de cualquier circunstancia desgarradora, el motivo de nuestras tradiciones es siempre mantener la fe y el espíritu en alto al conectarnos con Hashem, pedir por luz y mantenernos firmes por la continuidad de nuestro pueblo.

Quiere decir que, a pesar de los terribles acontecimientos de los últimos meses, en que nuestros hermanos de Israel han tenido que afrontar lo que el odio logra menoscabar la ilusión por la vida, más que nunca la dulzura de nuestras fiestas recupera la esperanza por un mundo mejor y los milagros que Di-s nos brinda para lograr gozar la dicha de nuestras tradiciones.

Tomaremos el Shamash, por encima de todas las demás velas, pero al servicio de encender cada una recordando el significado de su luz que se extiende durante los ocho días de la festividad, confirmando así que Hashem ha acompañado a su pueblo en todo momento.

Nos endulzaremos con la mermelada o el azúcar de las sufganiot, fritas previamente en aceite para recordar el milagro de luz que ardió durante ocho días y festejaremos Janucá con la cabeza y la mente muy en alto, deseando para todo Am Israel, paz y bienestar, que las generaciones venideras mantengan por muchos siglos más la memoria de los Macabim que lucharon como hoy día Israel lo sigue haciendo con entereza.

Deseamos que todos nuestros hermanos secuestrados regresen a casa y enciendan la janukia en compañía de sus familias, como lo haremos todos los judíos del mundo el próximo 25 de Kislev (7 de diciembre).

Jag Janucá Sameaj.

Kehila Ashkenazi, A.C. Todos los derechos reservados.
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