Arvit: 19:15
Shajarit: 9:00
Minja: 18:15
La puntualidad es un valor esencial en cualquier organización, más allá de llegar a tiempo. Refleja respeto, compromiso y profesionalismo, y contribuye directamente a la eficiencia y el buen clima laboral.
Ser puntual transmite consideración hacia el tiempo de los demás —colegas, líderes y clientes. Es una forma de decir “tu tiempo importa tanto como el mío”. Además, refuerza la cultura del compromiso y la responsabilidad dentro de la empresa.
Las personas que cumplen horarios y entregas son percibidas como confiables. La puntualidad genera seguridad en los equipos, mejora la coordinación y fomenta relaciones laborales más sólidas. También es un indicador de liderazgo y disciplina.
Cuando los colaboradores llegan y comienzan sus tareas a tiempo, se evitan retrasos en cadena y se optimizan los procesos. La puntualidad contribuye a un flujo de trabajo constante, reduce tiempos muertos y mejora los resultados del equipo.
Cumplir con los horarios permite planificar mejor el día, priorizar tareas y evitar la presión de “correr contra el reloj”. Esto genera un entorno más tranquilo y equilibrado, tanto para el empleado como para su entorno laboral.
La puntualidad es una carta de presentación silenciosa. Las personas puntuales son vistas como organizadas, serias y comprometidas. En posiciones de liderazgo, este rasgo inspira confianza y se traduce en mayor credibilidad ante clientes y colaboradores.