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Seguramente todos se preguntarán si la historia detrás está basada en hechos reales, pero sabemos quizás con toda seguridad que no existió una guerrilla subterránea internacional para tomar por cuenta propia el castigo a los nazis, porque de ser así ni siquiera Eichmann hubiera llegado a aquel juicio en Jerusalem, el cual resultó ser un momento drástico y muy controversial acerca de lo que el hombre ha creado en aras del propio ejercicio del derecho que es otorgado por la justicia a todo hombre, sin importar la gravedad de sus actos.
La incapacidad de Eichmann para pensar por sí mismo, y que fue ejemplificada por su uso constante de "frases hechas y clichés autoinventados", demostrando su visión del mundo irreal y la falta agobiante de habilidades de comunicación a través de la dependencia de "lenguaje burocrático" (Amtssprache) y eufemístico de la Sprachregelung que hizo que la aplicación de las políticas de Hitler fuera "de alguna manera aceptable”, por supuesto una abominable idea que surgió de los escritos tan controversiales de la filósofa Hannah Arendt, en los que la autora afirma que alguien como Eichmann no mostró ningún rastro de antisemitismo o daño psicológico. Su subtítulo famoso introdujo el concepto banalidad del mal, y que fue tan criticada al referirse al comportamiento de Eichmann en el juicio, como que no mostraba ni culpa ni odio, alegando que él no tenía ninguna responsabilidad porque estaba simplemente "haciendo su trabajo" o que “Él cumplió con su deber, no sólo obedeció las órdenes sino también a la ley”.
Y regresando a la serie, no parece real si vemos al personaje de Al Pacino, quien interpreta el papel principal y del cual el productor Jordan Peele, procuró que estuviera ambientada en 1977 para contar la historia de un equipo heterogéneo de cazadores de nazis en Nueva York, con cuyo líder, intentan llevar ante la justicia a los últimos restos del Tercer Reich antes de que puedan comenzar a preparar su continuidad histórica.
Aunque la trama principal de Hunters por supuesto que no se basa en una historia real, e insistimos en ellos, la serie está esencialmente inspirada en cosas muy reales. La idea original de hacer la serie se le ocurrió a su escritor David Weil, a partir de las historias que le contaba su abuela cuando era niño y que le pareció asemejarlas a las de los superhéroes de los cómics. Pero a medida que crecía, comenzó a ver las cosas de una manera más realista, especialmente cuando miraba las secuelas.
Llamando a la película una carta de amor a su abuela, Weil también reveló que la historia fue impulsada por su deseo de ver más superhéroes judíos en la pantalla y, en cierto modo, devolverle la justicia. Casi todos los nazis retratados en la serie se crean a semejanza de un nazi real y los crímenes muy reales que cometieron. Contrarrestando esto, también podemos ver a personas como Simon Wiesenthal, quien luchó por la justicia en el vida real. Quienes quisieron verlo como un vengador, también acaso para deshumanizarlo, no sabían, o sabían a medias, o decían no conocer el verdadero espíritu que guió a Wiesenthal en su vida después de la guerra: sobrevivió durante cuatro años a una docena de campos de concentración, era un esqueleto de cuarenta kilos cuando lo liberaron del horror, perdió a manos de los nazis a ochenta y nueve miembros de su familia, entre ellos a su madre, y aunque admitió alguna vez haber albergado sentimientos de venganza, entendió que su misión en la vida que le quedaba por delante, tenía 37 años al final de la guerra, era la de no olvidar: se convirtió en un abogado de los muertos, en la voz de quienes ya no la tenían.
Mónica Liberman