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Comunicación Kehilá
Es increíble cuando surgen ideas que trascienden, primero lo que logró la convocatoria en ocasión de los festejos de los cien años de la Kehilá, para participar en un concurso de dibujos, pintura y escritura, que lograra conjuntar el trabajo y la creatividad de abuelos y abuelas con nietos; cónyuges; padres-hijos e hijas; tíos y tías; sobrinos y sobrinas; amigos y amigas, que lograran expresar a través de esta propuesta, alguna reflexión o remembranza precisamente de estos lazos familiares que tanto nos aportan en la vida.
Fue tal el éxito de esta invitación que generó Raquel Bialik y el Comité Cultural, que además de servir como inspiración para el Calendario que la Kehilá Ashkenazí de México, el cual es editado cada año para todos sus Socios con tanto éxito, hoy también se convirtió en este valioso contenido que alcanza una exposición en un lugar de tanto prestigio como es la Galería Pedro Gerson del Centro Deportivo Israelita.
El domingo 26 de marzo de 2023, se inauguró tan emotiva inauguración, ya que los jóvenes artistas, realizaron el corte de listón de esta bella exposición que se mantendrá hasta el 16 de abril, con el fin de quienes la deseen disfrutar acudan a este espléndido lugar de arte y cultura.
Durante la ceremonia de inauguración, Claudia Itzkowich, participante de esta exposición, ofreció un hermoso mensaje que nos permitimos compartir al final de esta nota.
Felicitamos a todos los participantes de todas las edades, quienes dieron muestra de que nunca debemos detenernos si se desea explorar y explotar las habilidades artísticas que llevamos dentro. La convivencia que se generó fue precisamente el objetivo de entrelazar a las distintas generaciones estableciendo valiosos Puentes Comunicantes.
Expositores
Itacate de amor. Arte: Daniela Mochon (12 años). Texto: Belina Greenspun.
Letras sagradas, alas divinas. Arte: Grace Nehmad Amkie. Texto: Jenny Asse Chayo.
Mágico atardece. Arte: Sergio Shkurovich. Texto: Raquel Bialik.
Mantén el vuelo. Arte: Gisela Huberman. Texto: Raquel Bialik.
Milagro natural. Arte: Miriam Schñadower. Texto: Claudia Itzkowich.
El viaje. Arte: Amikam Gilad. Texto: Rebeca Bialik.
Momento mágico. Arte: Yael Mann (6 años). Texto: Sary Fainsod.
Descubrimiento. Arte: Miriam Schñadower. Texto: Claudia Itzkowich.
Meditación I. Arte: Miriam Schñadower. Texto: Raquel Bialik.
Meditación II. Arte: Miriam Schñadower. Texto: Fernando Itzkowich.
Imágenes de tu sonrisa. Arte: Rebeca Gilad. Texto: Raquel Bialik.
Amor en el desierto de los leones. Arte: Daniel Shkurovich. Texto: Raquel Bialik.
Movimiento y cambio. Arte: Rebeca Gilad. Texto: Raquel Bialik.
El lugar perfecto. Arte: Miriam Schñadower. Texto: Claudia Itzkowich.
Momentos de paz. Arte: Miriam Schñadower. Texto: Claudia Itzkowich.
El arte en nuestras vidas. Arte: Jack Mann (10 años). Texto: Sary Fainsod.
Dejando fluir su aroma. Arte: Rebeca Gilad. Texto: Raquel Bialik.
La Kehile agradece y felicita a todos los participantes por haber sido parte de este increíble proyecto, uniendo generaciones y transformando conceptos en arte.
Mensaje de Claudia Itzkowich en la ceremonia de inauguración.
Raquel Bialik me invitó a decir unas palabras acerca de este proyecto que ella ideó e hizo posible tocando puertas, convocando, tendiendo puentes en múltiples direcciones. Y trabajando muy duro.
Tal y como sucedió con cada una de las obras expuestas aquí, yo tomo esta invitación como una oportunidad de compartir lo que para mí es esta exposición que nació en otra mente y en otro corazón.
Estamos celebrando los 100 años de una comunidad que surgió del exilio. Podría decirse que lo que nos une como mexicanos judíos es la distancia que nuestros antepasados tuvieron que poner con su mundo europeo para sobrevivir. Pero es igualmente preciso decir que lo que tenemos en común los judíos mexicanos son los puentes que siguen vigentes con ese pasado colectivo.
Aprovecho que Raquel es antropóloga para tomar prestado y descontextualizar el concepto de “comunidades imaginadas” de su colega Benedict Anderson. Con esa idea nos invitó a reflexionar sobre la oportunidad que tenemos de imaginar nuestras filiaciones y lazos, elegirlos, apropiárnoslos y, de esa manera, darles vida.
Los judíos mexicanos podemos sentirnos herederos en línea recta de la panadera que hacía strudel de mon en un shtétl de Minsk o de Bialistok, del sabio que citaba la Guemore, de la joven rebelde que seguía los pasos de Trotsky, pero también de lo que en tres o cuatro generaciones hemos intercambiado con una tierra riquísima que nos abrió las puertas y en la que hemos construido instituciones como la que hoy nos permite hacer la exposición, expresarnos en esta lengua y sentir
que esas jacarandas brasileñas que florecen en la ciudad y que plantó un inmigrante japonés en los mismos años en que llegaron los ashkenazis a México, también son muy nuestras.
En este proyecto de arte y texto, distintas generaciones pudieron comunicarse mediante el trazo, el color y la palabra. Algunas de las parejas que se formaron estaban separadas por las precauciones de la pandemia, otras por la geografía o incluso por la muerte.
Pero también se tendieron puentes entre quienes viven codo con codo, pero que nunca se habían dado la oportunidad de comunicarse con arcoíris, papalotes, patos, bailarinas, limoneros, lobos, hojas, atardeceres u hogueras.
En lo personal, acompañar las pinturas de mi mamá, Miriam Schñadower, me llena de orgullo y admiración. La artista que es ella está más activa y creativa que nunca. Deseo que ese ejemplo se me pegue, aunque sea un poquito.
Nos deseó a todos los que estamos aquí que puentes comunicantes como éstos se sigan proyectando.