Arvit: 19:15
Shajarit: 9:00
Minja: 18:15
En medio de un calendario judío lleno de historia y simbolismo, Shavuot se presenta como una festividad profundamente espiritual, cargada de legado, identidad y propósito. No tiene la espectacularidad de Pesaj ni la alegría desbordante de Purim, y sin embargo, en su silencio solemne, guarda uno de los momentos fundacionales más trascendentales del pueblo judío: la entrega de la Torá en el Monte Sinaí.
Más allá del recuerdo de un acontecimiento antiguo, Shavuot plantea una pregunta vital: ¿Qué significa hoy, en pleno siglo XXI, recibir la Torá?
Shavuot nos recuerda que el judaísmo no es solo una herencia, sino una elección continua. A diferencia de otras festividades centradas en milagros o liberaciones físicas, Shavuot celebra una liberación interior: la de la ignorancia, la pasividad o la desconexión espiritual. En un mundo hiperconectado pero muchas veces superficial, recibir la Torá es renovar el compromiso con una vida con sentido, guiada por valores milenarios que siguen hablando a los desafíos contemporáneos: justicia, compasión, responsabilidad colectiva, santidad del lenguaje, respeto por el otro y por uno mismo.
Nuestros sabios enseñan que todo Am Israel estuvo unido al pie del monte, “como un solo corazón”. En una época marcada por divisiones políticas, sociales e incluso comunitarias, Shavuot nos recuerda que la Torá no fue dada a un individuo, sino a un pueblo. Es un mensaje compartido, no una propiedad exclusiva.
Aceptar la Torá hoy implica buscar puntos de encuentro, tender puentes, y renovar el pacto de un pueblo que, pese a sus diferencias, tiene una misión común: ser or lagoyim, luz para las naciones.
Shavuot también es la fiesta de las primicias agrícolas (Bikurim), y con ello nos enseña que el trabajo de nuestras manos también puede ser sagrado. Hoy, cuando muchos buscan reconciliar el éxito profesional con una vida ética y significativa, esta festividad nos recuerda que no hay contradicción entre el esfuerzo humano y la espiritualidad, siempre que sepamos ofrecer lo mejor de nosotros con gratitud y humildad.
La costumbre de estudiar Torá toda la noche, el Tikkun Leil Shavuot, cobra nueva vida en tiempos donde el aprendizaje se fragmenta en titulares o algoritmos. Estudiar esa noche no es solo una tradición: es un acto contracultural, una reafirmación de que el conocimiento profundo, el pensamiento crítico y el diálogo son pilares insustituibles de la identidad judía.
En tiempos de incertidumbre, polarización, guerras y crisis éticas globales, el mensaje de Shavuot es más urgente que nunca: la humanidad necesita una brújula moral. Al recordar la entrega de la Torá, el pueblo judío reafirma su papel como portador de un legado que no pertenece solo a su historia, sino a su responsabilidad en el presente.
Celebrar Shavuot hoy no es solo hornear jalot de leche o leer el Libro de Rut. Es una oportunidad para renovar el compromiso personal y colectivo con los valores eternos del judaísmo. Es recibir, una vez más, la voz del Sinaí no como eco del pasado, sino como una voz viva que nos interpela a transformar el mundo, empezando por nosotros mismos.