Arvit: 19:15
Shajarit: 9:00
Minja: 18:15
Los movimientos revolucionarios que surgieron en Rusia entre los judíos y otros grupos marginados, justo cuando comenzaban a emigrar a los Estados Unidos a fines del siglo XIX, nos sitúa justo en la peculiar filosofía del socialismo yiddish, o yidishismo, que los judíos llevaron consigo y refinaron en los contextos industriales y políticos estadounidenses, los que dio lugar a una poderosa fuerza de activistas del movimiento obrero y socialista que fueron esenciales para la construcción de las reformas del New Deal, los Derechos Civiles y la Gran Sociedad a mediados del siglo XX. Observar las condiciones bajo las cuales se desarrolló el socialismo yidish y cómo sus principios sirvieron tan bien a los activistas que buscaban construir un poder radical entre los trabajadores de muchas razas y etnias, revela lecciones perdidas que se pueden aplicar hoy en día a medida que surge un nuevo movimiento a principios del siglo XXI.
Tras el asesinato del zar Alejandro II en 1881, un acontecimiento en Rusia tan trascendental como lo sería el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, el régimen zarista redobló la represión de intelectuales, radicales y minorías étnicas, que había tenido altibajos durante más de un siglo. El ruso era el idioma oficial de la educación, las transacciones gubernamentales, las leyes, el comercio, la literatura y el teatro. Los judíos sintieron los golpes de la represión oficial más que la mayoría de los grupos. Sin territorio propio, relegados al borde occidental del Imperio, a todos menos a un pequeño número simbólico de judíos se les prohibió virtualmente la educación superior, ingresar a profesiones de clase media y poseer tierras. Su idioma, vestimenta tradicional, prácticas religiosas y su misma presencia en público fueron objeto de burlas y ataques violentos, no pudieron votar, sentarse en los jurados o presentar una demanda. Y los intentos de sindicalización en las ciudades fueron brutalmente reprimidos, ya que los organizadores fueron golpeados y asesinados, encarcelados y deportados, o recluidos en el ejército durante años o décadas.
Estaba claro para los judíos y los revolucionarios de otros grupos étnicos en Rusia que el orden económico zarista se mantenía a través de la dominación cultural. Los hablantes de ruso y los miembros de la iglesia cristiana ortodoxa rusa prevalecieron en todos los centros de poder, mientras que los hablantes de otros idiomas y los practicantes de otras religiones fueron marginados en mayor o menor medida, relegando a algunos como los judíos a una ciudadanía de segunda clase, sufriendo humillaciones y hambre frecuente.
Entre el pequeño grupo de intelectuales judíos que llegaron a la universidad en las décadas de 1860 y 1870, la mayoría publicó en ruso, algunos en polaco o ucraniano, incluso en hebreo, que se consideraba un idioma aprendido. Pero casi todos sentían desprecio por el yidish, la lengua vernácula de los trabajadores y campesinos judíos pobres y sin educación, hasta que los movimientos revolucionarios comenzaron a formarse entre los intelectuales de decenas de grupos étnicos. Para resistir los estragos del capitalismo, los revolucionarios de todas las culturas nacionales comenzaron a reunir a los campesinos y trabajadores en sus propios idiomas, accediendo a sus propias culturas, para desafiar la dominación cultural del estado zarista. Los filósofos y artistas que tuvieron un impacto duradero en la cultura judía y estadounidense lideraron el movimiento en las
décadas de 1880 y 1890 para elevar la cultura del idioma yidish, como un punto de orgullo nacional étnico, resistencia y, eventualmente, revolución.
El dramaturgo S. Ansky viajó por el campo judío recopilando jasídicos y otros cuentos populares judíos, más tarde escribió El Dybbuk , la obra más perdurable del Teatro Yidish. El también dramaturgo Sholem Aleijem escribió historias sobre Tevye der Miljiker que inspiraron "Fiddler on the Roof". Y Chaim Zhitlowsky , el filósofo más importante del socialismo yidish, se unió a la Unión General de Trabajadores Judíos (el Bund), el movimiento revolucionario judío más grande e importante del Imperio Ruso cuando adoptó el yidish como el idioma principal del judaísmo revolucionario.
Más claramente cómo los principios del socialismo yidish, necesitaban informar la construcción del movimiento revolucionario. El socialismo yidish estaba explícitamente basado en clases. Los yidishistas entendieron que los capitalistas que operaban las fábricas que explotaban tan severamente la mano de obra judía, eran más a menudo judíos. O que los pronunciamientos del zar, incluidas las degradaciones de la cultura judía, se transmitieron a través de agentes judíos del Estado. Zhitlowsky argumentó que los líderes judíos revolucionarios necesitaban sumergirse en la cultura judía ordinaria, incluida la cultura religiosa. La gente común solo podía ser despertada por el lenguaje y las imágenes que entendían. Pero también significó transmitir todo el pensamiento y esfuerzo humano a la gente común a través de su propio idioma. Zhitlowsky y otros pretendían elevar al yidish y al pueblo judío a través de la literatura y la poesía, ciencia e historia. Además, los líderes revolucionarios de todos los grupos étnicos necesitaban alentar a los líderes de otros grupos étnicos a sumergirse en sus culturas. Todas las personas necesitaban estar seguras de que un movimiento revolucionario no marginaría ni vilipendiaría sus culturas como lo había hecho el Zar, y que la gente siempre debe explorar sus culturas dentro de un contexto revolucionario. Este es el concepto de autonomía cultural nacional. Mucho más que una mera tolerancia por la diferencia étnica, es una insistencia en que la diferencia es una fortaleza que debe cultivarse.
Zhitlowsky fundó una editorial que publicó una nueva edición mensual, Dos Naye Leben (La nueva vida). Bajo su dirección, la revista ejerció una gran influencia en la cultura yidish, incluido el desarrollo del pensamiento socialista libre, y se convirtió en un órgano de la literatura yidish moderna; durante los seis años que existió (hasta 1914), Dos Naye Leben fue un hogar espiritual de muchos publicistas y científicos judíos.
Fuente: Daniel Katz, del blog del Caucus de Solidaridad.