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Tishá Beav, enciende las luces históricas

Tishá Beav, enciende las luces históricas

Hace más de 1800 años, Tito daño el estado judío.

Destruyó la fortaleza de Jerusalem y quemó el Gran Templo. Por eso los días de luto comienzan en el 17º día del mes Tamuz y terminan en el día 9° del mes de Av. El primer día de duelo es en Tisha Beav (séptimo día de Av), y se pregunta uno:

¿Por qué no es el principal día de duelo el 17 de Tamuz? Fue entonces que acaeció la destrucción nacional, fue entonces que cayó Jerusalem y los judíos perdieron su independencia y su libertad política.

¿Por qué el judío adoptó su ayuno principal, hasta en Tisha Beav, cuando el Gran Templo fue arrasado?

La respuesta es que, mientras vivíamos como pueblo libre en Eretz Israel, teníamos dos centros populares: un centro político y un centro espiritual. Jerusalem, nuestra metrópoli, fue el centro político del pueblo judío. Pero el Gran Templo fue el centro espiritual del mismo. Cuando un pueblo es políticamente arrasado, la destrucción es inmensa, pierde su valor y su prestigio ante los ojos de los demás pueblos. Pero el peligro de desaparecer, de perderse, no es tan terrible como cuando un pueblo pierde su centro espiritual, que es la fuerza principal de su ánimo y su esperanza, y la fuente principal de su fuerza de perseverancia y de su existencia.

Tisha Beav, para los judíos, siempre fue solamente un duelo espiritual. Otros pueblos que también tienen días de duelo y los conmemoran como luto popular por sus desastres nacionales, son solamente recuerdos y conmemoraciones de destrucción física.

Pero entre nosotros, los judíos, se enlazó el Tisha Beav con luto por el destierro de la divinidad. El recuerdo judío ha guardado el Tisha Beav no sólo como el día de la desaparición del estado judío, sino más bien como el día de la destrucción del Gran Templo, y de la destrucción del espíritu judío. Los judíos siempre penaron más por la destrucción espiritual que por la física. Recordaron más la destrucción de Gran Templo que la del país Judea y Jerusalem.

"Cuando el Gran Templo fue destruido, la divinidad perdió su lugar de permanencia, y marchó con el pueblo judío, al destierro. Cuando el judío en Tisha Beav, recordaba su triste suerte en la diáspora, y gemía y se lamentaba, gemía y lamentaba al mismo tiempo, el destierro de la divinidad. Santificó su duelo. Ligó su duelo con el duelo de D-os.

La Guemará cuenta que nuestro gran santo rabino

Rabí Yehuda Anasí, mantenía en sus manos el libro de lamentaciones, pero al llegar a la frase: "D-os tiró del cielo, a la tierra, la belleza de Israel, y no recordó su propio pedestal, en el día de su ira". En esta frase, Rabí Yehuda, de puro dolor, soltó el libro y exclamó: Cayó desde lo más alto de la torre hasta el abismo más profundo. Desde la mayor altura caímos al precipicio más hondo. -Nuestro santo Rabino observó que el mayor golpe de Tisha Beav es para el judío, no la destrucción de su país, sino la pérdida de sus tesoros y fuentes espirituales. Esto, que siempre fue lo más preciado, el orgullo, el tesoro del judío, eso cayó, y por ello es por lo que debemos penar más…

Olvidamos empero, que un pueblo deseoso de vivir, un pueblo resucitado, debe, antes que nada, recordar, debe encender las luces históricas, para que alumbren su camino hacia adelante. Judíos sin duelo, sin duelo histórico puro, se vacían por sí solos espiritualmente. Tisha Beav ha sido una gran fuerza que mantuvo al pueblo judío en el transcurso de dos mil años. Esta fuerza no debe agotarse y debe seguir siendo el pozo de la existencia para los judíos en todo el mundo entero.

Fuente: Extractos del libro La Visión del Judaísmo. Rabi Dr. Jacob Avigdor. México, 1959.

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