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Una charla de Annice Jacoby en el marco de la exposición “Traducir la piel, poetas yidish le hablan a México”.

El poeta y el pintor

Una charla de Annice Jacoby en el marco de la exposición “Traducir la piel, poetas yidish le hablan a México”.

qué cicatrices

labradas en sangre,

son grabadas en individuales piedras?

Llévame dentro de tu cuerpo, Popo,

como piedra,

diciendo

tus misterios con mi silencio

 

Isaac Berliner

Este fragmento del poema Popocatépetl transmite varios significados. Podemos escuchar en la voz elegíaca la política y las tradiciones sintetizadas en la poesía de Yitzak Berliner. Las montañas que bordean la ciudad de su refugio simbolizaban los mitos de México. Con la potente frase “labrado en sangre”, Berliner vincula el sacrificio y sufrimiento ancestrales con las formas crueles de la condición humana contemporánea. Escribió como exiliado judío, modernista y como “mensch” (una buena persona). Utilizo el modismo yiddish para "hombre" porque en el expresivo "mamaloschen" o lengua materna del Berlinér, "mensch" significa ser plenamente humano, una persona compasiva, testigo para los demás.

Yitzak Berliner escribió poesía al servicio de la justicia, la belleza de la verdad, que a menudo es fea, como la pobreza y el dolors. Su hábil uso de imágenes y alegorías del cuerpo, de la tierra, de la carne a la piedra, del tiempo al silencio, fue melodiosa y potente. Su poesía explora un misterio monumental de lucha y paradoja que atrajo a su colaborador, Diego Rivera. La amistad y colaboración creativa del poeta y el pintor simbolizaron la experiencia de la diáspora judía en México. El crítico literario Ilan Stavans señala que el libro que Yitzak y Diego publicaron en 1936 Shtot fun palatsn, City of Palaces "inauguró una conexión entre judíos y mexicanos cuyos efectos aun permanecen." Su fascinante relación y asociación creativa hace visible el trayecto del extraordinario y espinoso encuentro entre judíos y mexicanos.

Berliner y Rivera compartían el gusto por las glorias y tragedias, el arte y el fervor por México. Fue Berliner quien pintó, en yiddish, "Trabajadores del Mundo Unidos," en las pancartas de los icónicos murales de Rivera en Bellas Artes. Su colaboración ilumina el contexto histórico en el que Rivera y Berliner trabajaron, las disparidades, la violencia, y el sentir. Y es en el poder y la emoción conservada lo que hace relevante los logros de Rivera y Berliner.

La vocación de Yitzak Berliner como poeta llegó temprano, inmerso en la floreciente cultura yiddish de Lodz, Polonia, donde en 1899, nació de una familia judía ortodoxa. Como muchos judíos observantes, la formación jeder lo inició en el poder de la palabra, la enseñanza del lenguaje como fundamento de la vida judía.

Cuando era un adolescente, la Primera Guerra Mundial estaba azotando a Europa. Yitzak fue detenido por los alemanes y enviado a un campo de trabajo forzado. Yitzak comenzó a escribir en 1917 y sus primeras publicaciones fueron poemas en los volúmenes literarios S'feld (El campo) en Lodz. Se unió al Yung, grupo de escritores y teatro yiddish fundado por el poeta Moses Broderzon. Berliner fue influenciado por Broderzon en estilo, imágenes, uso de neologismos y ritmos complejos. El grupo incluía a su futuro cuñado, el actor León Lubinski, quien se casó con Elka, la hermana menor de Yitzak, y que también emigraron a México. Berliner publicó poemas, ensayos, artículos y cuentos. Los escritores del Yung fueron influenciados por la cornucopia de la segunda generación de literatura yiddish, quienes combinaban el modernismo, la revolución, la sabiduría popular con la experimentación contemporánea y una fuerte estridencia política. Estamos en un momento en el que existe una audiencia cultural yiddish en todo el mundo con muchas voces célebres, entre ellas I. B. Singer, I.L. Peretz y Sholem Asch.

Debido a sus actividades políticas, Yitzak no pudo conseguir los documentos legales de los Estados Unidos y poder reunirse con su novia, que ya había emigrado a Chicago junto con su familia. Como en estos tiempos, también hace cien años, los refugiados acudían en masa a México con la esperanza de llegar a Estados Unidos; Yitzak pensó que podría llegar cruzando la frontera desde México. Sin embargo, México lo cautivó y lo conmovió. Se preguntaba: “¿Cómo puede haber tanto sufrimiento y tanta magnificencia?” Sus descripciones sobre

México se volvieron emblemáticas para las nuevas generaciones de judíos que se hallaban en México.

En un ciclo de canciones nostálgicas, Berliner describe su experiencia en el exilio. En su libro “Ciudad de los Palacios,” el primer poema titulado “A este Lado del Océano”, es una descripción inquietante de la belleza natural y las injusticias sociales de México, que termina con una estrofa profundamente personal:

En este lado del océano

He echado raíces profundas;

aunque mi hogar es lejana y extraña tierra

Estoy envuelto en un entramado tejido de sol,

Me siento cómodo con la ropa que llevo

Como un águila en vuelo, a la caza, veloz sobre gigantes montañas,

Yo también vuelo y vuelo llevando conmigo brillantes días para hacer áurea la canción que canto.

En ese tiempo, México había sido recién sacudido por una revolución, no solo agraria sino también cultural, y lo hacía un refugio seguro para pensadores y activistas radicales. ¿Qué desafíos enfrentaron los inmigrantes judíos? ¿Cambiaron sus ropas oscuras por los festivos pigmentos de los rebozos? ¿Qué tan rápido aprendieron sus hijos español con modismos y pircardías? Unos cuantos judíos llegaron con un apretón de manos a un trabajo modesto, a través de una aventajada red de amigos o familiares. Como muchos, Yitzak se sintió atraído por un lugar libre de ortodoxia. Los judíos huyeron del antisemitismo y lo encontraron nuevamente en caras nuevas. El antisemitismo estaba profundamente arraigado en la historia de la nación. Los judíos eran frecuéntemente percibidos como capitalistas voraces. Al mismo tiempo, los judíos eran defensores de la justicia social y de los logros intelectuales.

La rama mexicana de la diáspora tiene un carácter con un sabor picante, ya que las tradiciones sacras y seculares se entrelazan. Las páginas de alfombras de los libros místicos de la Biblia sefardí son la contraparte de los retablos en la cultura mexicana. Yitzak Berliner, como otros vendedores ambulantes judíos, vendía baratijas religiosas. Para pasar desapercibido, se dejó crecer un bigote generoso y usó sombreros impresionantes, pero los mexicanos rara vez habían

visto a un hombre alto y rubio con penetrantes ojos azules y a menudo pensaban que era Jesucristo. Su mirada mesiánica es un símbolo de la vida judía en México, también escribió sobre “los judas,” rituales que castigaban a los judíos como culpables de la muerte de Cristo. La mayoría de los mexicanos nunca habían conocido a un verdadero judío.

En 1921, Yitzak Berliner llegó en barco desde Polonia y arribó a Texcoco. La Ciudad de México era un semillero cultural donde los izquierdistas radicales encontraron camaradería, aventura y libertad. Descubrieron la árida sombra del cactus, saborearon las tradiciones populares y los experimentos radicales en fotografía, etnografía, pintura y, más rápidamente, política. El círculo incluía a luminarias y compañeros de viaje, herederos y pobres, grandes artistas y estafadores, y atrajo a un inquieto grupo internacional de exiliados..

Diego Rivera era franco y descomunal, adorado y detestado al mismo tiempo, tan poderoso como cualquier político. En su propia y audaz autobiografía, Rivera afirma que nació con un talento y una personalidad mágicamente dotados. Cuando era adolescente ganó una beca para estudiar en París que lo llevó al centro de una revolución de ideas cubista. Berliner y Rivera aterrizaron en México procedentes de Europa casi al mismo tiempo. En 1921 Rivera explotó una nueva libertad estética para reducir o ampliar el tiempo, el espacio y la escala. Regresó decidido a representar una estética mexicana, entrelazando modismos aztecas y populares en narrativas monumentales con cubismo, futurismo, simbolismo, tradiciones pictóricas en evolución a partir del arte didáctico de la iglesia y frescos renacentistas, influenciados por la escala icónica del cine emergente.

Rivera aprendió a fracturar la narrativa, manipular la escala e integrar temas épicos que incluyen la historia enterrada, la opresión y el triunfo de las masas. Desarrolló una maestría pictórica que le dió atención internacional al dinámico muralismo revolucionario. Yitzak Berliner también luchaba con las dualidades de tiempo, lugar, cultura e identidad. Tanto Rivera como Berliner podían incorporar mitos antiguos y miserias modernas. Podrían rastrear el patrón de opresión tanto para los indígenas como para los judíos hasta la inquisición.

En su excelente libro sobre la obra gráfica de Rivera, la crítica de arte Raquel Tibol dice: “dibujar para Rivera era una forma de respirar a través de sus heridas”. Su respuesta a las imágenes de los poemas de Berliner arraiga los poemas en una réplica de sus percepciones y sus políticas. En 1934 Berliner tradujo sus poemas al español para Rivera. “Ciudad de los Palacios”, hace referencia al nombre tradicional de la Ciudad de México. Berliner y Rivera utilizan el título con dramatismo e ironía. El nuevo hogar de Berliner no es la gloriosa ciudad que alguna vez fuera la imponente plaza Azteca, sino el lugar del hambre, la violencia, la pobreza, la enfermedad y la desesperación.

Cuidad de los Palacios fue publicada por el periódico Der Verg en 1936, bajo la dirección de Moise Rosenberg. Rosenberg, orgulloso del proyecto, escribió: “En sus poemas, Berliner revela los rincones más íntimos del alma mexicana”. El impacto del libro fue inmediato. La poesía es como una fuga de incredulidad, conmoción y vergüenza que describe la degradante pobreza de Tepito. La importancia de Berliner en la comunidad judía mexicana se basa en esta colaboración histórica. El prestigio y la visibilidad convirtieron a Berliner en una voz judía destacada, sensible a México.

Las imágenes de Rivera trabajan en un diálogo incesante con la poesía de Berliner. Rivera pintó una docena de dibujos lineales sin lugar a dudas, imborrables e inquebrantables. El acorde sincrético entre judíos y mexicanos se establece mediante la construcción de pirámides.

 

 

Teotihuacán

Pirámides de mil años, silencio de piedra.

entre las colinas y las tranquilas llanuras—

cuántas oraciones, cuántas enigmáticas recomendaciones

¿Te cantó aquí un pueblo pacífico?

He interiorizado el silencio.

Sólo sé que hace siglos

un pueblo robado de otros

cantaban canciones a ídolos desconocidos.

Y tal vez mi tatarabuelo caminó sobre ti

y mi sangre contiene la herencia de un misterio ancestral

y tal vez mi herencia esté enterrada bajo las piedras

y mantiene para siempre la quietud eterna.

Pirámides—

tal vez tus constructores fueron egipcios,

fenicios,

o judíos?

Berliner describe el horror de la Inquisición española, cuyo objetivo era “borrar estas naciones de la tierra”. Esta conexión en 1936, mientras Hitler consolida su poder, oculta una amenaza conocida. El eco de las experiencias judías e indígenas sitúa las raíces del poeta en un sitio azteca mitificado. Berliner vincula la persecución de ambos pueblos por parte de la Inquisición. Esta opresión une al mexicano indígena con el judío mexicano. Los poemas de Berliner reforzaron la convicción mitopoética de Rivera de que él también era un judío con sangre conversa. Rivera reivindicó la historia judía por línea paterna, descendiente de una familia sefardí llamada Acosta que desembarcó en México en 1820, y su abuela siguió siendo conversa.

Cuando Yitzak Berliner dejó Lodz, su novia polaca, Chumala Kempinsky, ya vivía en Chicago con su familia.

Yo estoy aquí porque Chumala era mi querida tía, cuando yo era adolescente vivi con ella por varios meses. Ella me enseño que éramos una mezcla, una rica ensalada de identidades abiertas al mundo. Cuando Yitzak le describió México a Chumala, le rogó que se uniera a él. En contra de los deseos de su familia, tomó el viaje en tren de una semana a Ciudad de México. Se rumorea que Yitzak la encontró en la estación de tren con Rivera, a caballo con sombrero y sarape. Yitzak era alto y delgado. Chumula era diminuta y exuberante. Se había graduado de la escuela secundaria en Chicago, lo que la hacía prácticamente ciudadana. Sabía que se enfrentaba a construir una vida en un lugar con pocos judíos y pocas comodidades. Rápidamente se convirtió en Consuelo K. de Berliner. Abrieron una zapatería en Tacuba, el barrio duro que sirvió de telón de fondo para muchos de los poemas de Berliner. Ambos rápidamente dominaron el español sin abandonar su fuerte sentido del yididishekeit. Siguieron siendo una de esas raras parejas que siempre estaban enamoradas, en contraste con el poliamoroso Rivera. Chumala creía en Yitzak como un gran artista, su devoción la llenaba de propósito y orgullo. Décadas después de su muerte, ella suspiraría al recordar su romance, sus ojos azul pálido, "como zafiros en el cielo". Yitzak le regaló diariamente un poema y una rosa. Ella adoró su talento y se convirtió en una ingeniosa propietaria de un negocio, y finalmente construyó una casa en la colonia Chapultepec Morales. Ambos eran devotos de sus dos hijos, David y Malkala. Años después David le pidió a su tío Harry, quien fue mi padre, que tradujera los poemas de Yitzak al inglés. Harry, en 1937, cuando tenía 14 años llegóa la ciudad de México desde Brooklyn pidiendo aventón. Se quedó con sus primos Yitzak y Chumala tiempo en el que compuso música a la poesía de Yitzak. Harry e Yitzak compartían la pasión por los mamaloschen. En 1994, Harry asistió al Instituto Yiddish de la Universidad de Oxford donde presentó la poesía de Yitzak.

A partir de la década de 1920, Berliner publicó regularmente en Der Veg, el principal periódico judío mexicano, como uno de los escritores judíos más importantes. Publicó cuatro volúmenes de poesía personal, política y sensible a la vida en México y a los judíos en el mundo. Jacob Glantz criticó a Berliner por su apego a un mundo del pasado. Al mismo tiempo, Berliner fue criticado por ser “demasiado mexicano”, traicionando sus raíces al concentrarse en problemas ajenos”. El uso de la palabra “errante” estaba cargado de asociaciones del estereotipo judío, no bienvenido a ninguna parte. Berliner utilizó el deambular como postura de descubrimiento. Tanto Yitzak como mi padre eran orgullosamente fuygezers, judíos errantes para abrazar al mundo. Berliner escribe a menudo sobre la separación entre el exilio físico y espiritual. Berliner estaba afincado en México, pero era un judío errante por su incapacidad para situarse cómodamente dentro de la campaña nacionalista de su época. El poeta agradeció que México fuera su hogar, particularmente en 1936, cuando la amenaza de los gobiernos fascistas europeos ya era muy real a raíz del inicio del ascenso de Hitler y, más aún, del inicio de la Guerra Civil Española. Yitzak Berliner ayudó a los mamaloschen a prosperar en un lugar tan inesperado.

Entre sus otros libros: Ad mosay (¿Hasta cuándo?) (México, 1941),.; Shtil zol zayn (Debería estar tranquilo) (México, 1948), Gezang fun mentsh (Canción del hombre) (México-Nueva York, 1954),. Contribuyó con poemas a Dray vegn (Tres caminos), primera colección literaria yiddish en México, publicada por el grupo literario “Yugnt” (Juventud) (México, 1927), dramatizó y puso en escena el poema Toyt-symfanye (Sinfonía de la muerte) ( México,); Desde 1929 fue colaborador habitual (y durante un tiempo editor literario) de Der veg (El camino). En 1955 recibió el premio Zvi Kessel por su libro Gezang fun mentsh. Murió en la Ciudad de México en 1957 el mismo año en que murió Diego Rivera.

Gracias a Paloma Sulkin por incluirme en esta presentación. Un agradecimiento especial a Lilia Aguilar, ex funcionaria cultural del Consulado de México en San Francisco, quien trabajó durante años para desarrollar una exposición sobre los judíos en México. Un homenaje especial a Lupe Rivera, David y Martha Berliner, por su amor, inspiración y apoyo. Gente magnífica, dignos herederos de la maravilla de sus padres. Los extraño a todos.

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