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En el cumpleaños número 214 de su independencia
Comunicación Kehilá
La historia de la comunidad judía de México está impregnada de gratitud y reconocimiento hacia esta tierra que abrió sus puertas a nuestros abuelos y bisabuelos en tiempos de adversidad. Desde finales del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, miles de judíos provenientes de Europa Oriental y el Imperio Otomano llegaron a México en busca de refugio y oportunidades. México, una nación con una rica historia de hospitalidad y solidaridad, se convirtió en el hogar de aquellos que escapaban de persecuciones, guerras y crisis económicas.
Nuestros abuelos, muchos de ellos provenientes de Polonia, Lituania, Rusia, Siria y otros países, llegaron a México cargando con el peso de la diáspora y el dolor de la incertidumbre. Atravesaron el océano con esperanzas y sueños de construir una vida nueva lejos de las restricciones y los pogromos que asolaban a las comunidades judías en Europa y Medio Oriente. México, con su espíritu generoso, les ofreció la oportunidad de empezar de nuevo, una tierra fértil donde sus raíces podrían crecer y prosperar.
A lo largo de los años, la comunidad judía supo integrarse y contribuir al desarrollo de este gran país. Nuestros abuelos llegaron como inmigrantes, pero se convirtieron en ciudadanos comprometidos con el bienestar de México. Ellos, con su esfuerzo, dedicación y valores, construyeron negocios, instituciones educativas, centros comunitarios y, sobre todo, fortalecieron el tejido social del país. Todo esto no hubiera sido posible sin la mano amiga de México, que supo recibir a nuestros antepasados con brazos abiertos.
Hoy, generaciones después, nosotros, los descendientes de esos valientes inmigrantes, queremos expresar nuestro más profundo agradecimiento al pueblo mexicano. Gracias por permitirnos integrarnos y preservar nuestras tradiciones, por darnos un espacio para construir nuestras sinagogas, escuelas y organizaciones comunitarias, y por permitirnos compartir nuestras costumbres y cultura con el resto de la sociedad.
México no solo nos brindó una tierra donde prosperar económicamente, sino también un lugar donde nuestra identidad judía pudo florecer en paz. Nos permitió preservar nuestras costumbres, celebrar nuestras festividades y practicar nuestra fe en un entorno de respeto y libertad religiosa. A lo largo de las décadas, hemos construido una comunidad vibrante y activa, que siempre estará en deuda con este país que nos acogió.
La relación entre México y la comunidad judía ha sido una historia de cooperación y respeto mutuo y estamos seguros que en el futuro seguirá siendo así. Desde el apoyo en la construcción de instituciones educativas y sinagogas, hasta la participación activa de la comunidad judía en los ámbitos económicos, culturales y sociales de México, hemos forjado un vínculo indisoluble. La comunidad judía ha aportado al crecimiento de México, pero no olvidamos que este crecimiento ha sido posible gracias a la oportunidad que México nos dio.
Hoy, la Kehile Comunidad Ashkenazí de México, junto con las demás comunidades judías del país, sigue comprometida con el desarrollo y bienestar de nuestra nación. Aportamos no solo en el ámbito económico, sino también en la educación, la cultura y la filantropía. Es nuestro deber y privilegio devolverle a México una parte de todo lo que nos ha brindado.
A través de las generaciones, nuestros abuelos nos enseñaron a amar y respetar a México, a contribuir con nuestras capacidades y a honrar el país que les dio una segunda oportunidad. Nosotros, sus descendientes, continuamos con ese legado, trabajando por el bienestar de nuestra comunidad y de la sociedad mexicana en su conjunto.